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#292626
gracias paisano buen curro con esas noticias :good:
#301517
CHAMPIONS LEAGUE | LYON 1-APOEL 0
Espanto en Gerland

El Lyon vence al APOEL Nicosia (1-0) en un mal partido, con una imagen muy distante de la que engrandeció al conjunto francés. Los chipriotas se guardan una opción de remontar.

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El Lyon se ha vuelto un equipo menor, pequeño. Quizá sea porque está formándose de nuevo tras una extraordinaria época dorada; quizá sea porque no merece estar en los octavos de la Champions League después del escándalo de Zagreb. Pero lo cierto es que el conjunto francés se ha desplomado. Ya no es el equipo sencillo, humilde, ofensivo, inteligente de hace no mucho tiempo. Ya no es el rodillo que aplastaba en Francia y maravillaba en Europa. Se ha convertido en un conjunto resultadista, pobre, previsible, lento e impreciso. Aun así, es un equipo que suele estar entre los 16 mejores de Europa porque tiene futbolistas resolutivos, como Lacazette, Ederson o Lisandro. Y suerte, sobre todo, suerte.

Tras la hibernación de la Champions, el Lyon abría el casting para los cuartos contra el sorprendente APOEL Nicosia, un heroico equipo chipriota que ha hecho historia en el fútbol de su país. La Leyenda le llaman, pues es el único conjunto de la isla mediterránea que alcanza esta ronda en la máxima competición europea de clubes. Sin noticias del elegante Gourcuff, suplente, los de Remí Garde no jugaron a nada. El APOEL le entregó el balón y los locales, poco acostumbrados a llevar el peso de los encuentros, se atascaron. Las estadísticas parecerán impresionantes, porque el Lyon tuvo mucho tiempo el balón (63%) y tiró en numerosas ocasiones (18). Pero la realidad es muy diferente: disparos lejanos, enredos en la frontal, centros al bulto, etc. Registros pobres para el que otrora fue un potente equipo.

La primera mitad se saldó sin apenas sobresaltos para los chipriotas, un conjunto que no ofrece más que una solidaria e incansable entrega y una presión modélica. Unas características previsibles para un equipo que soñaba llegar con vida al pequeño infierno que posee en Nicosia. Apenas unos disparos de Lacazette y Lisandro llegaron a inquietar al meta Xiotis; 45 minutos y el plan de Ivanovic, entrenador del APOEL, iba de perlas. Pero la historia cambió en la segunda mitad. El Lyon apretó de inicio, dejó de parecer el espectro que vagabundeaba por Gerland antes del descanso. Al menos hasta el minuto 58. Entonces Lacazette, y la suerte, generaron un gol. El joven futbolista francés encaró desde la banda izquierda, preparó una bonita diagonal y soltó un derechazo dentro del área que se coló por encima de Xiotis. La parábola venía ayudada por la pantorilla de Paulo Jorge. Misión cumplida, vuelta al letargo y la penosa actitud.

El Lyon se conformó con el pobre resultado e incluso se dedicó a esperar; el APOEL se sentía afortunado con el 1-0 en contra, recogió el regalo del Lyon y rozó la sorpresa con un disparo de Manduca bien despejado por Lloris. Digno de mencionar que los visitantes terminaron atacando, con dos saques de esquina en el último minuto. La vuelta dictará sentencia, seguramente en contra de los chipriotas. El Lyon, por la desidia ofrecida hoy, no parece digno de disputar los cuartos de la Champions League.

Fuente: AS
#301567
CHAMPIONS | ZENIT 3 - BENFICA 2
Shirókov corrige a Zhevnov en medio del intenso frío

Dos errores del meta ruso pudieron condenar al Zenit. Los dos tantos de Shirókov y la obra de arte de Semak redimieron a los de Spalletti. El Benfica acusó el frío pero la eliminatoria queda abierta.

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Yuri Zhevnov, bielorruso de nacimiento y curtido durante 30 años en tempestades y gélidas circunstancias, fue hoy un portero convertido en estatua de hielo durante 90 minutos y algo más. A pesar de sus dos estremecedores errores, el Zenit venció porque está criado en ambientes adversos y porque tiene a Roman Shirókov, un goleador inesperado, con alma de líder y pasado de central. El ruso corrigió el gol de Pereira para hacer el 1-1 y luego dio el triunfo final cuando el partido agonizaba (3-2). Entre medias, Semak creó un gol para el recuerdo (2-1) y Zhevnov congelaba el corazón de su gente dejando el 2-2 a Cardozo. Al final, venció el Zenit, pero El Estádio da Luz dictará sentencia y dirá quién merece estar en cuartos.

Hoy, el fútbol venció al frío más cruel. El gélido clima de San Petersburgo pasó de presunto protagonista a dato anecdótico, aunque entumeciera a los jugadores de inicio y escarchara el campo hasta el final. En un suelo cortante, de color marrón verdoso y más duro que el empedrado de la Plaza del Palacio, Zenit y Benfica combatieron por hacer historia y, pese a los menos 10 grados de temperatura, ambos vencieron a los elementos firmando un partido más que digno y entretenido, que de eso se trata.

Tan influyentes como las crudezas del termómetro, fueron las bajas de los rusos. Más determinantes que la de Javi García del Benfica, por número más que por condición. Spalletti perdió a última hora a su meta titular Malaféev, que se unía a las importantes ausencias de Danny y Criscito. El nombrado Zhevnov ocupó la portería y ya desesperó a los presentes en su primera participación. Repelió al centro y a los pies de Maxi Pereira un disparo mórbido de Cardozo en una falta directa. Ni el mal estado del 'césped' le justifica. El lateral uruguayo del Benfica aceptó el pase y disparó la sensación térmica en la grada haciendo el 0-1 en el minuto 19.

Antes del gol, se había lesionado Rodrigo tras una brutal entrada de Bruno Alves, el único portugués en disputa hoy. Y con el español renqueante todavía sobre el campo, el Zenit recuperó el aliento. El gol de Pererira desató la virulencia del ataque ruso, que se desplegó en masa hasta encontrar el tanto de Shirókov. Zar de zares. Aquel que fuera central cuando el Zenit ganó la Europa League (07-08) y que ahora se destapa como líder y goleador. En el 26', el ahora mediocentro llegó de segunda línea para empalar un centro desde la banda del lateral zurdo Hubohan y batir por raso a Artur Moraes.

Tras el empate, se fue Rodrigo y entró Aimar (se pierde la vuelta por sanción). Jorge Jesús perdió remate, eficacia e intimidación en ataque, y ganó conducción, visión de juego y magia. Cualidades encomiables y admirables en días normales, poco resolutivas ante semejante meteorología, a orillas del río Nevá. Nico Gaitán, exquisito argentino de calidad perpetua, también sufrió y su equipo lo notó. En el 54', Cardozo le mató con la mirada porque el argentino le ignoró cuando estaba solo; Gaitán apostó por buscar el gol antológico entrando al área por la línea de fondo y buscando una rosca imposible con la zurda, que se perdió por los márgenes del estadio Petrovsky. Hoy pecó de individual, pese a ser el mejor asistente de la competición, con 5 pases de gol.

En el último tramo, se alocó el partido y el frío hizo estragos. Antes del carrusel de errores, llegó la exquisitez de la noche y uno de los grandes goles de esta Champions: Kerzhakov retrasó el balón de espuela, Bystrof proyectó de primeras y Semak completó la obra con un taconazo que superó a Artur. Era el minuto 71' y parecía decisivo, pero otra vez surgió la figura de Zhevnov.

Con las manos cristalizadas por la glacial atmósfera, el meta bielorruso dejó en las botas de Cardozo el empate a 2 en el 87', tras un despropósito de errores colectivos que Zhevnov acabó de coronar. El empate, quizás era el resultado más justo, pero es cierto que los goles lusos llegaron por el mal hacer ajeno y no por sus propios méritos. Así que la fortuna cambió de bando y un minuto después se liaron Pereira y Artur para hacer definitivamente héroe a Shirókov, que suma 5 tantos, en 7 partidos de Champions.

El Zenit venció en su hábitat natural ante un rival que aún tiene mucho que decir, en un campo estable y con más calor en el cuerpo. Tras el 3-2, el Petrovsky sigue inexpugnable en competiciones europeas desde que el Zenit cayera en septiembre de 2008 ante el Real Madrid (1-2). Que tome nota Mourinho del partido de hoy, por el frío que asola Rusia y por jugar ante el CSKA de Moscú, un equipo que, como el Zenit, lleva dos meses sin competir. Hoy no se ha notado.

Fuente: AS
#302417
CHAMPIONS LEAGUE | NÁPOLES 3 - CHELSEA 1
Lavezzi gobierna el vértigo

Dos goles del argentino, genial, y otro de Cavani remontan el tanto inicial de Mata en un partido eléctrico lleno de intensidad y fallos defensivos. El Nápoles fue mejor. Fernando Torres no jugó.

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Nápoles es el sur de Italia, un estilo de vida entre el peligro y la alegría. Nápoles es algo totalmente distinto a la capitalina Roma y opuesto a la jerarquía del norte, Turín o Milán. En lo geográfico, en las maneras, hasta en la gastronomía. Y en el fútbol. Nápoles, después de una época demasiado larga y demasiado oscura, es la caldera de San Paolo, cubil irreductible que empuja a su equipo, tensa al rival hasta la psicosis y adora a Ezequiel Lavezzi.

Le adora porque San Paolo sabe un par de cosas de adorar a argentinos -adoró al más grande- y porque el Pocho es un futbolista distinto, criado en Santa Fe pero criado para Nápoles: un artista con alma de ladrón, un genio a veces disoluto de aspecto pendenciero y talento exquisito. En una colisión que dignificó unos octavos de Champions hasta ahora sin excesivo lustre, Lavezzi fue el mejor jugador sobre el campo, el que acaparó miradas (se llama carisma) y el que dejó las mejores pinceladas de fútbol y dos goles que descoyuntaron a Villas-Boas y su Chelsea, al que separa de la extremaunción noventa minutos en Stamford Bridge.

Lavezzi dirigió a su equipo y domó el vértigo de un partido roto, de ritmo abrasivo y cuchillos largos. Un partido de malas defensas y ataques en manada, un choque de estilos que no fue tal porque uno lo tuvo, el Nápoles, y el otro no, un Chelsea cuya plantilla ya jugó sus mejores partidos y sin las piezas necesarias para jugar como jugaba el Oporto de un entrenador ahora en la lona. Sin las piezas y quizá sin el hambre. En el banquillo del Chelsea empezaron Cole, Lampard, Essien o Torres, con Terry lesionado. Pensar en esos nombres hace no tanto y pensar en ellos ahora explica lo que el Chelsea debería pero no termina de hacer: repensarse.

El fútbol premió a San Paolo y premió a un Nápoles cándido en defensa pero con un estilo, un plan y unos jugadores idóneos para llevarlo a cabo. Su propuesta es la de las sirenas que según las leyendas griegas poblaron una vez sus costas, atraer al rival hasta que se estrelle, sumiso, contra las rocas. El Nápoles regala el balón, presiona, roba y teje ataques letales en segundos. Con Inler como propulsor, Hamsik como lanzadera, Lavezzi como artista y Cavani como dinamitero. Son armas de equipo duro, bien pensado y peligroso como una piraña en eliminatorias a doble vuelta. Su lunar fue que concedió demasiado en su portería y su mérito levantarse al gol de Mata y generar casi una decena de ocasiones descomunales. Marcó tres, Cech salvó otras tantas y un par se fueron al limbo, la mejor salvada por Cole bajo palos.

El Chelsea fue un juguete en el primer tiempo, con el balón pero sin profundidad ni ideas, sin defensa, sin jerarquía en el centro del campo y sin llegada. Sin oler el partido y tras dos paradas sensacionales de Cech, se adelantó con un oportuno remate de Mata tras error garrafal de Cannavaro, el hermanísimo, que le habilitó ante De Sanctis. Después, en el segundo tiempo, tuvo más el balón y tuvo ocasiones. Usó a Essien y Lampard, la vieja guardia, pero no recurrió a Torres ni en plena emergencia. Durante algunos minutos aspiró a un resultado mejor pero en el global del partido mereció un castigo como el que recibió o incluso mayor. Lo mereció y lo rondó con un centro del campo plano y una defensa de chiste, un coladero con momentos circenses de jugadores trabajadores pero limitados (Ivanovic, Cahill) y otros muy reputados hace no tanto (David Luiz, Cole).

Por los cambios y la actitud en los últimos minutos pareció que Villas-Boas firmaba el empate y enviaba una solicitud de clemencia a Stamford Bridge, que decidirá la eliminatoria. El Nápoles aguantó atrás cuando tocó el equipo inglés y fue un cuchillo en cada salida a la contra. Cavani perdonó primero pero marcó el segundo al borde del descanso con un remate de raza con el hombro. Antes y después apareció Lavezzi, que tejió salidas de víbora y quiebros de lobo, que empató el partido con un disparo perfecto desde la frontal e hizo el tercero remachando una contra en la que fallaron Cole, David Luiz y Cech: fallaron todos. Pero esto es la Champions y lo que hoy es negro quizá en tres semanas sea blanco. O azul. El Chelsea se juega la temporada y Villas-Boas el proyecto ante un rival terrible en campo contrario y con el marcador a favor. Un Nápoles duro que sigue soñando tras su regreso a la elite. Por raza, por ideas y por un jugador distinto: Ezequiel Lavezzi, gobernador del vértigo.

Fuente: AS
#304599
LIGA DE CAMPEONES | BENFICA 2 - ZENIT 0
El Benfica recupera su autoestima y pasa a cuartos

El conjunto luso se clasificó para cuartos de final con goles de Maxi Pereira y Nelson Oliveira. El Zenit apenas gozó de ocasiones y pagó su exceso de conservadurismo en la primera mitad.

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La eliminatoria europea llegaba en mal momento para el Benfica, con el ánimo tocado tras la dolorosa derrota ante el Oporto y la pérdida del liderato en Liga. Dos derrotas y un empate en los últimos tres encuentros del campeonato doméstico era un balance nefasto para afrontar el duelo ante el Zenit, que al menos contaba con la victoria (3-2) de la ida.

El Estadio Da Luz necesitaba una alegría, de eso no cabía duda. Sin embargo, el partido comenzó lento, falto de ritmo y de ocasiones. Si acaso, Nico Gaitán y Bruno Cesar achuchaban la meta de Malafeev con un par de balones colgados. Abastecer de balones al ariete. Quizá eso es lo que ideó Jorge jesús para dar la vuelta a la eliminatoria, con muchos zurdos talentosos al servicio de Cardozo, nada menos que 14 goles en sus últimos 14 partidos disputados.

A partir del minuto 15, el juego del Benfica comenzó a volcarse por la banda derecha, con Bruno Cesar muy incisivo, que puso a prueba al meta ruso con un buen disparo desde su perfil. Maxi Pereira, también híper motivado esta noche, tomó el relevo de su compañero de banda, y en el minuto 19 puso un centro muy peligroso que se paseó por delante de la portería rival tras tocar el balón con lo justo el belga Lombaerts.

Ambos equipos ya habían mostrado sus cartas en el ecuador de la primera mitad. El Benfica controlaba el partido sin inquietar en exceso a los rusos, que se limitaban a defender y ver pasar los minutos. En el 23, Bruno Cesar, empeñado en romper la dinámica espesa del partido, forzó en su costado una falta que remató libre de marca dentro del área Javi García.

El conjunto de Spalletti no quería el balón, y tras la renuncia al pase y al juego combinativo, apeló a lo que en el fútbol moderno se ha dado en llamar "oficio", una combinación de una férrea y sobria defensa con parones intencionados del partido. Otros dirían que es usura ante la mínima ventaja en la eliminatoria. El caso es que primero el lateral Anyukov y luego el guardameta Malafeev detuvieron el ritmo de juego del Benfica tras un par de encontronazos. Por momentos, el conjunto luso se desesperó con Howard Webb, incapaz de parar la dureza rusa con una cartulina.

Hubo que esperar hasta los últimos minutos de la primera mitad para encontrar la primera ocasión del Zenit. Tras un riesgo innecesario del portero Artur Moraes, Shirokov tuvo en sus pies el gol de los rusos, pero el meta brasileño reaccionó a tiempo. Llegó el minuto 46 -de los cuatro de descuento-, y por fin, el gol del Benfica. El belga Witsel, que había propuesto el juego portugués con buen criterio, sorprendió a la disciplinada defensa rusa con un taconazo que asistió a Maxi Pereira y éste dio la vuelta a la eliminatoria. Antes del descanso, aún hubo tiempo para una más: Rodrigo, poco participativo, estuvo a punto de llegar tras un remate de Cardozo.

El Zenit salió en la segunda mitad con un lavado de cara. Si en la primera mitad los pupilos de Spalletti se mostraron timoratos y conservadores, en la segunda, por mandato de la necesidad y el reloj, se volcaron al ataque. Se cambiaron los roles del partido, pero con una diferencia: el Zenit era el atacante, sí, pero el Benfica no renunció a salir con peligro a la contra.

A pesar de los esforzados intentos de los rusos, las ocasiones siguieron cayendo del lado luso. En el minuto 55, Jardel estuvo a punto de sorprender en un corner, y en el 69, por fin Cardozo tuvo su ocasión, clamorosa incluso. Falló el mano a mano con Malafeev. Llegaron los cambios por parte de ambos equipos. Faizulin salió para reforzar el ataque del Zenit, pero fue Nolito, por parte del Benfica, el cambio más acertado. El español dio otro aire a su equipo, se sintió muy cómodo a la contra y sirvió un balón en bandeja a Bruno Cesar, quien a su vez se la cedió a Cardozo, que volvió a estar poco fino de cara a portería.

No se encendieron las alarmas, la amenaza del empate nunca se respiró en Da Luz, pero faltaba la puntilla del Benfica, que a todas luces merecía ganar sin mucho sufrimiento. Llegó en el 93, en botas de Nelson Oliveira, que había sustituido a Cardozo y ejecutó sin un ápice de nerviosismo un buen contraataque.

Al final, los ataques del Zenit fueron fuegos artificiales, y el Benfica recuperó en Europa la autoestima perdida en Liga, haciendo buena su estadística: sólo ha perdido uno de sus últimos 19 encuentros europeos en casa.

Fuente: AS
#304696
CHAMPIONS LEAGUE | APOEL 1 (4) - LYON 0 (3)
El sueño del APOEL sigue vivo

El conjunto chipriota eliminó en la tanda de penaltis a un lamentable Lyon para colarse entre los ocho mejores del continente. Chioris detuvo dos penas máximas y fue el héroe.

Pocas veces una tanda de penaltis fue tan justa. El APOEL, equipo modesto donde los haya entre la pléyade de estrellas y de millones que se juegan la competición más grande del continente europeo, hacía historia superando y eliminando a un Lyon indigno que no es ni la sombra de lo que fue años atrás.

Por primera vez, un equipo chipriota se cuela en cuartos de final de la Champions League. Un mérito impresionante y nada discutible. Fue mejor, línea por línea, en conjunto, por casta, por juego, por valentía, por todo lo que se pueda decir en una noche como esta, que siempre será poco. Como poco será todo lo que se pueda escribir sobre Chioris, el héroe de la noche al detener dos penaltis de la tanda, que ascendió a los cielos del fútbol chipriota tras su parada a Bastos.

El ambiente invitaba a la épica. Un mosaico que cubría todo el estadio teñía de naranja y negro las gradas mientras el himno de la Champions era ahogado por los cánticos de los aficionados chipriotas. Emocionante. La pasión por el fútbol en estado puro. Y en esa atmósfera salió el APOEL al campo. A no defraudar a una afición volcada. Con ese escalofrío que recorre la espalda en los momentos clave de una vida, con el punto necesario de tensión, cosa que le faltó al Lyon.

No se había llegado al minuto 10 cuando la combinación de factores hizo real lo que hasta el momento sólo era una idea en el imaginario colectivo del GSP Stadium. Aún con el partido en pañales y con el Lyon dormido, Charalambides se internaba dentro del área y ponía el balón al segundo palo, donde aparecía Manduca, que se adelantaba a Réveillère para marcar y llevar a los aficionados del APOEL al éxtasis. La locura se apoderó de las gradas y del propio Manduca, que se quitó la camiseta para celebrarlo.

No pareció inquietarse el Lyon, quizá porque esperaba la cornada, quizá porque estaba anestesiado por el ambiente, atenazado, sin sentir dolor. Pero la actitud francesa siguió igual durante el resto de la primera mitad, lo que hace pensar que no había miedo sino una sensación de tranquilidad y de convencimiento de que llegaría su ocasión. Lo intentaba de forma tímida con disparos lejanos de falta.

Y si la primera parte acababa en un correcalles en el que Lyon y APOEL tenían opciones de marcar, con Aílton y Solari como pesadilla gala y con Bastos y Ederson como los clavos a los que se agarraba Remi Garde para evitar el ridículo. Pero no se salvaría en la segunda mitad. El APOEL se comía al otrora intocable campeón francés. Sin un fútbol excelso y sin alardes de calidad, los chipriotas borraban del mapa a un equipo que no es ni la sombra de lo que fue.

Por si le faltaba algo al partido, el árbitro era español. Undiano obvió una trifulca entre Cris y Oliveira, que se pegaron de lo lindo dentro del área mientras se revolcaban por el suelo. A pesar del intento de disimulo por parte de ambos jugadores, las agresiones fueron claras. El colegiado español lo resolvió con dos amarillas, pero no para los protagonistas, para dos jugadores que protestaban.

Y por muy mal que esté el Lyon, el mérito del APOEL es enorme, gigante. Encerró en su campo a todo un habitual de las rondas finales de la Champions, con más experiencia y presupuesta (que no demostrada) calidad. La bisoñez fue superada por el descaro; la inexperiencia, por el arrojo. Los de Jovanovic querían. Su admirable segunda mitad mereció más premio y a punto estuvo de obtenerlo en un mal despeje de Cissokho que se estrelló en el larguero y, sobre todo, en las botas de Solari (hermano de Santiago) a 20 minutos del final. El remate del argentino se paseó de forma burlona por toda la línea de gol para finalmente salir rozando el palo de Lloris. Se lamentó Solari al unísono con todos los espectadores en Nicosia.

La valentía del APOEL contrastaba con el conformismo francés. Aílton tiraba caños al borde del área en el minuto 88 mientras la defensa del Lyon tocaba y dejaba pasar el tiempo, consciente de la ventaja que le aguardaba si el partido se iba a la prórroga. Los novatos chipriotas estaban fundidos y sin gasolina. Jugaban a golpe de riñón, con la cara torcida por el esfuerzo, pero con esa dignidad y cabezonería propia del ciclista que afronta la última rampa del Tourmalet.

Pero llegó la prórroga. Y como se podía pronosticar, el Lyon se acordó de lo que era y de lo que se jugaba, tuvo un momento de vergüenza torera y empezó a dominar el partido. Por primera vez en el partido. Pero se quedó en eso, en dominio. Porque ocasiones tuvo poquitas y contadas. La más clara, un remate de Koné que se estrelló en el héroe Chiotis, que empezaba a ganarse el pedestal sobre el que más tarde se construiría su estatua.

La segunda parte de la prórroga fue un reflejo fiel del partido. Un heróico APOEL que encerraba y que dominaba a un supuestamente superior equipo francés. Si Aílton no hubiese estado tan ofuscado en conseguir su gol, seguramente el partido no hubiera desembocado en los penaltis. La expulsión del goleador Manduca le daba al Lyon la oportunidad de morir matando, de acabar el partido en el área chipriota. Hubiera sido injusto un gol. Pero no llegó y la tanda de los penaltis planeaba como una amenaza de pesadilla para los 23.000 espectadores que abarrotaban el estadio y que llevaban más de dos horas animando, saltando, gritando, con el corazón en la garganta, conteniendo la respiración y devorando bocanadas de aire cuando todo se calmaba.

Pero el fútbol fue justo. Apareció Chioris para acertar sin fortuna los disparos de Lisandro y Gomis y para subir al olimpo del fútbol de la isla mediterránea cuando detuvo los lanzamientos de Lacazette y Bastos. El APOEL, para continuar con su inmaculado partido, los metió todos. Con la parada de Chioris a Bastos estalló la grada. Habían visto algo parecido a la más épica de las batallas cinematográficas. Habían presenciado Historia. Habían hecho Historia. El APOEL está entre los ocho mejores equipos del continente, por primera vez en la historia del fútbol chipriota. Y el sueño continúa.

Fuente: AS
#304721
Muchas gracias por tenernos informados Uldhrued :good: :good:
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