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#283614
Me quedé ayer flipado cuando ví a Navarro hacer el partido que hizo...metía un triple tras otro...sin duda un enorme jugador.
#283791
EUROBASKET 2011 | ESPAÑA 98 - FRANCIA 85
Esta es la época de España

España repite el oro de 2009 con una final prácticamente perfecta en la que dominó siempre a una Francia que no se rindió nunca. Navarro lideró a un bloque en absoluto estado de gracia.

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España es campeona de Europa. Otra vez: como en 2009. Vino a por Lituania 2011 y a por Londres 2012 y se lleva el botín completo tras un saqueo metódico en el que ha ido de menos a más, ha laminado a los rivales complicados en los partidos señalados y ha encontrado sensaciones y picos de forma, de melodía en melodía hasta la sinfonía integral de la gran final. Y ademá ante Francia, para los amantes de las moralejas y los finales felices.

España es campeona de Europa y conviene respirar y repetirlo en voz alta. Conviene valorarlo porque de lo contrario nos ahogaremos en el océano del éxito. En el deporte, un mundo de quimeras y trampas para osos, es muy difícil imponer la lógica, ser el mejor y demostrarlo, cumplir con las expectativas. Es difícil llegar y aún más difícil repetir y mantenerse. Es muy difícil ganar por suma de calidad pero también por acumulación de sudor. Por galones y por equipo, por ataque y por defensa. Por tierra, mar y aire.

Conviene valorarlo porque en esta época de éxitos de nuestro baloncesto y nuestro deporte no se puede perder la referencia: los pies en el suelo para que admiren nuestros ojos y sueñen nuestros corazones. Esta es la época de España, esta la era del baloncesto español. Este equipo será visto fuera de nuestras fronteras como nosotros veíamos antes a la vieja Yugoslavia, a la antigua Unión Soviética. Los niños de cada rincón de Europa pensarán en nuestros jugadores con esa admiración casi divina con la que nosotros antes imaginábamos a aquellos gigantes rusos, a aquellos demonios balcánicos. Esta es la era de España y la recordaremos cuando todo esto sea pasado mítico, cuando estar en semifinales vuelva a ser una gesta. Esta es el penúltimo gran servicio de los héroes del 80, el corazón de una generación vivo en Pau Gasol, Juan Carlos Navarro y Felipe Reyes. Entre 1998 y 2011, de Varna a Lisboa y de ahí a Saitama, Pekín, Katowice y ahora Kaunas, una ciudad que huele a baloncesto y que coronó al mejor equipo del campeonato y ratificó la dulce dictadura de una generación.

Escenificación de un reinado

España jugó su gran partido en la final. Mejor que el poético primer tiempo ante Lituania o que el demoledor segundo ante Eslovenia. Lo mejor en el mejor momento y ante el segundo mejor equipo del campeonato. Y también tiene mérito acudir a la cita puntual y con el traje de los domingos: un partido redondo, un partido perfecto, una demostración de baloncesto moderno, del baloncesto de siempre. Con picos de una perfección colectiva y de una inteligencia en el reparto de esfuerzos y roles que recordó a la memorable final del Mundial 2006: todos tuvieron su momento, todos cumplieron con su cometido, todos formaron un muro de escudos contra el que rebotó y rebotó Francia hasta el desfallecimiento. En cuanto España amarró la decena de ventaja gobernó el partido: 25-17, 38-26, 67-54... y 84-68 en el minuto 33 tras triple de Pau Gasol: la puntilla, seguramente.

Francia hizo la goma pero España le robó cada momento del partido. Tras un arranque en el que encontró puntos fáciles bajo el aro por la inteligencia de Parker y las ayudas demasiado largas de España, una realidad de hormigón se le vino encima al equipo de Collet, que tenía el plan pero no tenía los recursos. No contra una España que martilleó en los cuatro parciales: 25, 25, 25 y 23 puntos. La perfección o al menos algo muy parecido.

Porque España fue mejor en un primer tiempo primoroso de intercambio de canastas y de talentos desatados, fue mejor en las refriegas y fue más inteligente y tan fuerte como un rival de físico descomunal. Cada vez que Francia amenazó con revivir, España le golpeó con cargas de experiencia, calidad y conocimiento del juego, como un equipo hecho para ganar, un panzer que controló el juego y asumió las heroicidades de Tony Parker (26 puntos, 5 rebotes, 5 asistencias) sin pestañear.

Navarro dirige la orquesta

Hubo un momento del partido para los tapones de Ibaka (5, un terror elástico que dejó en 2/10 los tiros de Francia en la zona en el determinante segundo cuarto), para el vértigo de Rudy, para la defensa y la entereza de Sada y Llull, para el carácter de Marc y para el despliegue del Calderón con más piernas de los últimos años. El extremeño (17 puntos, 4 rebotes, 4 robos) desgastó a Parker y anotó puntos trascendentales cada vez que Francia selló en defensa a los Gasol. Pero por encima de todo este fue el partido, otra vez, de Pau Gasol y Juan Carlos Navarro, alfa y omega de este equipo y de la forma de vivir que representa. Gasol otra vez instrumental (17 puntos, 10 rebotes: 58+43 entre cuartos, semifinales y la final) y Navarro otra vez celestial: 27 puntos (88 en los tres partidos de cruce). Triples, penetraciones, dominio mental del partido, 5 asistencias y una metáfora del martillo de los dioses que despertaba de cada uno de sus microsueños a una Francia incapaz de achicar tanta agua. Números de otra época para dos jugadores de todas las épocas.

Y fue el triunfo de Scariolo, que ha vivido entre dudas pero que esta vez dejó un despliegue perfecto de los excelsos recursos que maneja: lo que se le exige, ni más ni menos. Y otro oro, lo máximo que se le puede pedir. España circuló bien, utilizó bien los espacios, tuvo intensidad y sentido en las rotaciones, cerró el aro y superó a Francia en su terreno (10-1 en tapones, 10-4 en robos, 6-15 en pérdidas). España tiró en 65% de dos, gobernó el rebote pese al empate a 32 final y supo desgastar a Francia hasta la aprensión: 22/24 en tiros libres (12/12 de Navarro).

Todos los argumentos de un equipo concentrado, colectivo y concéntrico. Un equipo que igualó a Francia en sus valores y dominó a partir de ahí por lo que tiene de diferencial: Pau Gasol, Juan Carlos Navarro, el equilibrio perímetro-pintura, la actividad exterior y la intimidación interior en defensa. La experiencia, la corona de campeón, el corazón y la calidad que nadie alcanza. Este fue el gran partido de una gran España. Un despliegue prácticamente perfecto de un equipo prácticamente perfecto: el dueño del juego. Sí, definitivamente esta es la era de España.

Fuente: AS
#317561
Una cuestión de jerarquía

España doma un ambiente hostil en el París Bercy y sigue sin perder en la preparación olímpica. Navarro volvió con buenas sensaciones y, sin Marc, Pau Gasol e Ibaka decidieron.

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Los amistosos son sólo amistosos pero hay amistosos y amistosos. Todos son escalas de preparación en los que las pruebas y las sensaciones importan más que el resultado y todos se quieren ganar pero no en todos escuece perder. Y este, en el deslumbrante París Bercy, era de los que escuece perder. Más a Francia, en el fin de semana del 14 de julio y ante un rival frente al que se le acumulan los complejos. Volvió a perder como hace unos días o como en los dos últimos Europeos. Volvió a perder y llegará a Londres con la sensación de que sólo en circunstancias muy excepcionales podría ganar a España. Y eso al fin y al cabo es otro cuerpo de ventaja sobre un equipo con potencial para estar en la lucha por las medallas. Se llama jerarquía y a esta España, claro, se le cae de los bolsillos.

La Selección además cuidó su imagen en el escenario en el que ganó la plata europea de 1999 días antes de que arrancara el Mundial Junior con el que comenzaron a correr ríos de tinta acerca de unos desvergonzados chicos llenos de talento, la generación liderada por Pau Gasol y Juan Carlos Navarro que forma ya parte de la historia del deporte español y del baloncesto mundial. Los últimos trece años son testimonio. España ganó en un ambiente hostil, siendo mejor cuando jugó bien y no siendo peor cuando marchó a trancas y barrancas. Ganó un partido de atmósfera distinguida y sigue con su reafirmación camino de Londres.

En cualquier caso se jugó sin fuego real pese al ambiente de la grada y a las broncas que salpicaron la segunda parte y que llevaron a la expulsión de Gelabale y Rudy. Francia, que ya va lastrada sin Noah, sólo puso a Batum los cinco primeros minutos por evitar riesgos mientras resuelve el seguro NBA. España jugó sin Marc Gasol, tocado, casi toda la segunda parte sin el expulsado Rudy y sólo seis minutos con Juan Carlos Navarro, que pisó cancha por primera vez en la gira y que dejó buenas sensaciones: seis puntos marca de la casa en menos de seis minutos, los mejores de España en ataque, autopista a un vuelo rasante que bastó para ganar: del 39-33 cerca del descanso al 40-49 cerca del ecuador del tercer cuarto. Un acelerón defensivo y el desatascador de Navarro y Francia boqueando. Después hizo la goma (49-52, 58-62, 68-72…) pero perdió.

Y perdió porque es un equipo con menos talento que España. Pagó su esfuerzo defensivo concediendo trece tiros libres más (8/11 Francia, 18/24 España), naufragó en el rebote (26-46, casi doblado también en capturas ofensivas) y no metió nada desde fuera: lacerante 4/23 en triples que casi hizo bueno el 5/19 de España. De Colo no tuvo el día y Parker no es tan letal cuando juega el pick and roll con Turiaf, que tiene problemas para embocar incluso bandejas prácticamente liberadas. Lo mejor del equipo francés fue un par de destellos de Batum, con su físico difícil de asumir para los aleros españoles, en los minutitos que regaló al público y buenas fases defensivas cuando cerró la intendencia española en la zona. Dio la sensación de que Francia quiso más que España y por eso quedó especialmente claro que tiene menos.

España probó cosas y movió quintetos. Enseñó al final una zona efectiva y en un día discreto de la línea exterior basó su juego en su exuberante superioridad en la pintura. La albañilería de Felipe (7 puntos, 9 rebotes) y la gestión de soluciones de Ibaka (16+10, la elasticidad habitual en defensa y un día brillante en el tiro desde cinco metros) ribetearon el encanto incontenible de Pau Gasol, un jugador que resulta diferencial en niveles históricos en el entorno FIBA. En menos de 30 minutos anotó 22 puntos, cogió 10 rebotes y ofreció esa sensación de dominio del juego, esa superioridad sedosa pero brutal que descompone a unos rivales que perciben que va a ser mejor cuantos más recursos y fuerzas se empleen contra él.

España ganó en Francia y sigue cogiendo ritmo y tono. Estos partidos, hasta uno de tanto lustre en una pista de tanta significación, son para eso. Ni los triunfos nos vuelven intocables ni una derrota habría sido dramática. No lo fueron ante Lituania o Eslovenia en las preparaciones de los dos últimos europeos. Pero, con Estados Unidos en el rabillo del ojo, conviene que España crezca lo suficiente para afianzarse como lo que tiene que ser: dueña de medalla y aspirante a principal dolor de cabeza de ese monstruo de mil cabezas llamado Team USA. Y en ese camino está el equipo de Scariolo. Que le pregunten a Francia…

Fuente: AS
#317780
España vuelve a ganar a Australia sin convencer

Los boomers frenaron el ritmo, obligaron a España a atacar en estático, ni una canasta fácil ni un balón recibido sin llevarse un golpe. España todavía no carbura. Gana pero no convence.

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Como decíamos ayer... España aún no carbura; avanza, pero no fluye, gana, pero no seduce. Aún, insisto, que hay tiempo hasta el debut olímpico. Pero el hoy presenta algunas dudas evidentes. El partido de Málaga fue clónico al disputado 24 horas antes en Granada ante el mismo rival, una Australia que va a dar más de un susto en Londres, que a nadie extrañe verla en cuartos.

De nuevo los boomers lograron frenar el ritmo, obligar a España a atacar en estático, ni una canasta fácil ni un balón recibido sin llevarse un golpe. Con Navarro todavía demasiado oxidado como para ser el infalible desatascador que suele en estas circunstancias, quedaba claro que todo pasaba por meter balones a Pau. Un secreto a voces que Australia resolvió acumulando brazos a su alrededor. Anderson se cargó de faltas muy pronto, pero Baynes fue un equipo de demolición de una sola persona, un gladiador con la sutileza de un elefante, pero la entrega de un universitario en una fiesta de colegio mayor femenino. Una mole.

Susto. Mientras controló el ritmo, Australia se mantuvo por delante. Tuvo un amago España de animarse con la entrada de Sergio Rodríguez en el segundo cuarto: dos ataques y dos asistencias a Gasol. Pero el Chacho le duró menos de dos minutos a Baynes, que le mandó al vestuario con una contusión en el muslo tras chocar en un bloqueo. Ya no regresó, por precaución, aunque empiezan a acumularse los tocados. Marc tampoco jugó ayer y Scariolo reconoció que, aunque irá seguro, podría no llegar a Londres al 100%.

Para contrarrestar, Calderón volvió a ser Calderón (16 puntos): lanzó con confianza y dirigió con menos timidez. Y Llull sigue cómodo en su papel de microondas desde el banquillo. De hecho fue fundamental en apagar la resistencia australiana, ya en el tramo final. Sólo entonces España logró correr y al fin se atisbó al imparable equipo habitual. Al fin llegaron los mates de Pau (16 puntos silenciosos) y los alley-oops de Rudy e Ibaka. Un parcial de 18-8 en los últimos cinco minutos y medio cerraron el triunfo y esta fase más gris de la gira. Ahora llega lo gordo: Argentina y Estados Unidos. Contra ellos hará falta más.

Fuente: AS
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